La celebración de Día de Muertos es un fiel reflejo del sincretismo de las tradiciones mexicanas.
En Oaxaca, este festejo es emotivo e inicia con mucha anticipación.
Días previos a la llegada de los Fieles difuntos los mercados se llenan de color y sabores. El morado y amarillo intenso de las flores de terciopelo y cempazúchitl decoran sus pasillos. En el concurrido mercado Benito Juárez, de la capital de Oaxaca, se avivan los olores a chocolate, piloncillo y mole, así como el característico aroma del mezcal.
Los pobladores montan sus ofrendas en grandes mesas que lucen llenas de frutas, pan de muerto, calabaza, dulces oaxaqueños, atole, chocolate, mezcal, mole y otros platillos regionales.
Los visitantes pueden apreciar algunos de estos altares en plazas públicas, el Panteón General de Oaxaca y los panteones de la capital.
Los gobiernos estatal y local promueven concursos de altares de muertos, la instalación de ofrendas y otras actividades para preservar las costumbres regionales, como la Noche de Muertos en el Patio del Palacio Municipal o la iluminación de nichos con veladores y degustación de pan y chocolate en el Panteón General.
Cerca de la Capital de Oaxaca, los visitantes pueden vivir tradiciones rodeadas de misticismo, como los tapetes de arena del Panteón de San Pablo Huixtepec, la Velada en los panteones de Xoxocotlán o el Día del Responso en San Antonino Castillo Velasco.
Otras manifestaciones más recientes y festivas se han sumado a esta celebración, como las Muerteadas con sus recorridos de Comparsas. La Comparsa es la personificación de la muerte, recorre las calles acompañada de calaveras, catrinas y diablos. Tradicionalmente, el recorrido inicia la noche del primero de noviembre y termina la mañana del día siguiente.
Como parte de las actividades del Día de Muertos, la noche del domingo 28 de octubre se celebrará la primera Comparsa a lo largo del Corredor Turístico de la Ciudad de Oaxaca.