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Isla de Öland

Imagen de Isla de Öland

Isla de Öland

Grandes espacios rodeados de naturaleza virgen, aire puro, quietud.

Playas de arenas finas bañadas por el Báltico, que nos reciben en verano con un clima agradablemente atemperado. Cielos limpios y de un azul intenso, que languidecen en atardeceres casi eternos, dorados a fuego lento en una luz septentrional realmente mágica. Silencio, relajación, contemplación y paz a manos llenas nos esperan en Öland, la segunda isla más grande de Suecia.
Casas y edificios de madera pintados de vivos colores, habitados por nórdicos, rubios, guapos y estilizados, de aire distante aunque siempre atentos y muy educados. Hablamos de un destino escandinavo ideal para familias con niños pequeños, preparado, tranquilo y acogedor. Estos ingredientes nos llevaron a recorrer el sureste de Suecia el verano pasado con nuestros hijos, y hemos de decir que la isla de Öland, situada frente a las costas de Småland, los reúne todos de manera magistral.
A esta isla larguirucha y prácticamente deshabitada se accede a través del puente de Öland, un coloso de hormigón de 135 columnas y 6 km de longitud que la conecta con la Suecia continental a través de la ciudad de Kalmar. Cuando el puente fue inaugurado en 1972 con toda la pompa por el entonces príncipe Carl Gustaf, muchos pensaron que supondría el fin del aislamiento para Öland, y que pondría en peligro su delicado ecosistema. Se equivocaban: cuarenta y pocos años después, el rigor y el amor de los suecos por la naturaleza han logrado conservar la isla en condiciones prácticamente pristinas, a pesar de ser un destino muy popular para ellos, donde incluso tiene su residencia veraniega la familia real sueca (Palacio de Solliden, en Borgholm, un precioso palacio de paredes blancas al estilo de una casa de campo italiana, abierto al público).

Borgholm


Borgholm es la mayor de las 16 ciudades y villas existentes en la isla de Öland, aún así tiene poco más de 3.500 habitantes; sin embargo, conserva el estatus de ciudad gracias a su importante pasado medieval. La urbe está a unos 20 km al norte del puente de Öland, y siempre vale la pena hacer una parada en Borgholm para pasear por las animadas calles de su centro, que en verano multiplica visitantes y posibilidades de ocio.
Les recomendamos hacer una pausa para comer en la terraza al aire libre del Ebbas Cafe (387 31, Borgholm), donde sirven todo tipo de platos combinados, pero no dejéis de probar los de salmón.
También habría que apuntar una visita a las ruinas del imponente castillo de Borgholm, una fortaleza que junto con la de Kalmar y otras defensas costeras defendían las tierras suecas de daneses y otros enemigos del Mar Báltico en tiempos de la Edad Media. Sin embargo, y aún siendo el reclamo turístico más famoso de Öland, si viajáis con niños os sugerimos pasar de puntillas por el castillo y aprovechar en cambio para refrescaros en la playa de Köping, un paraíso de arenas finas y blanquecinas situado a unos pocos km al norte de Borgholm, y que no tiene nada que envidiar a cualquier playa del sur de Europa si el tiempo acompaña.
La isla de Öland también es famosa por sus molinos de viento, de una arquitectura y un color rojizo muy característicos, y que cuenta con algunos ejemplares de varios siglos de antigüedad. Los iremos descubriendo a medida que hagamos kilómetros por la única carretera de la isla, ya que aparecerán repentinamente a ambos lados de la calzada por donde transcurre nuestra ruta, así que podremos pararnos a contemplar cualquiera de ellos de cerca cuando más nos plazca.
A medida que vayamos adentrándonos en el norte de la isla, nos iremos encontrando con menos y menos civilización. Es buena idea aprovechar entonces y detenernos en alguna de las playas prácticamente solitarias, pero esta vez con la idea de contemplar el atardecer con toda la tranquilidad del mundo, como gusta hacer a los suecos. Si necesitamos avituallarnos, podremos hacerlo en alguno de los pequeños campings que encontraremos en el camino, y así cenar tranquilamente en un improvisado picnic a orillas del Báltico. Inolvidable.
El sur de la isla de Öland se encuentra todavía menos habitado que su norte, pero también tiene visitas interesantes como el monumento megalítico de Gettlinge o la planicie de Stora Alvaret, una interesante reserva de naturaleza declarada Patrimonio de la Humanidad.
Sin embargo, si sólo disponemos de un día para visitar Öland, tendremos que decidir entre dirigirnos hacia el norte o el sur, ya que la segunda isla más grande de Suecia necesitará de un buen número de horas de coche para ser recorrida por completo. En ningún caso deberíamos recorrer la isla de Öland con prisas, dado que estaríamos tirando por la borda la oportunidad de disfrutarla, pues su esencia es natural y calmada.

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