Este encantador poblado de pescadores a orillas del mar no cuenta con gran infraestructura, pero ofrece una grata experiencia para las familias y grupos de amigos.
Está situado en uno de los litorales más límpidos del país, con cientos de kilómetros de manglares, y la exuberancia de su fauna y flora son motivo suficiente para visitarlo.
Pero también tiene una hermosa playa con palapas en donde preparan suculentos platillos. No faltan las hamacas para mirar el atardecer mientras te refrescas con una bebida luego de conocer a sus habitantes más famosos: los flamencos rosados.
Para visitar la reserva Ría Celestún, hay que negociar con los balseros. En sus embarcaciones es posible visitar los bosques petrificados y las colonias de flamencos rosados. Éste es el único sitio en Norteamérica en donde estas aves habitan en tierra. Luego hay que internarse entre los manglares, poblados por cocodrilos y más de 250 especies de aves.
Algunas imperan en tierra, como el colibrí cola hendida y la codorniz yucateca, y otras moran en sus aguas tranquilas y ricas en alimento, como la garza tricolor y la gaviota dominicana.
Además de caminar mientras se escucha su murmullo, es posible nadar es pozas de aguas cálidas antes de regresar a la playa para practicar el kayak o simplemente admirar uno de los atardeceres más hermosos del país.
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