¿Sabes qué son los cenotes? Podemos definirlos como hundimientos en el suelo de piedra caliza de la península de Yucatán que, gracias a los ríos subterráneos de la zona, forman cavernas y albercas naturales.
Pero para quien disfruta de la generosidad de la naturaleza, los cenotes son mucho más.
Los cenotes son testigos del pasado que nos cuentan historias constantemente: nos cuentan que la península de Yucatán alguna vez estuvo bajo el agua, y que un meteorito provocó, hace 65 millones de años, que los arrecifes de coral se secaran y se volvieran lo que es hoy la zona turística más hermosa del sureste de México. Cuentan también que fueron lugares fundamentales de la cultura maya: además de ser fuente de abastecimiento de agua dulce, fueron escenarios de rituales de lluvia, de vida, de muerte, de renacimiento y de fertilidad. Por ser profundos y enigmáticos, los mayas pensaban que los cenotes eran puertas de acceso al mundo de los muertos.
Y es que visitar un cenote sí puede ser una experiencia reveladora, gracias a la naturaleza que los rodea: vegetación selvática, agua fresca y silencios misteriosos. Además, puedes nadar en los cenotes cercanos a zonas arqueológicas como Tulum, Cobá y Chichen Itzá y transportarte a tiempos prehispánicos llenos de mitologías y deidaes. Por sus características, los cenotes se clasifican en cuatro: de cielo abierto, semiabierto, de caverna o antiguo cenote. Esta clasificación también está determinada por la edad del cenote (mientras más años, más espaciosos).
A lo largo de la Península de Yucatán y la Riviera Maya, se calcula que pueden existir hasta 6 mil cenotes. Hay acceso público a varios de ellos, atravesando caminos de selvas y manglares. En la zona de Puerto Morelos, entre Cancún y la Riviera Maya puedes encontrar varios cenotes, entre los que destacan el Cenote Las Mojarras, el Cenote Siete Bocas, el Chilam Balam o el Verde Lucero. Asimismo, existen varias empresas que organizan paseos de un día en los que te llevan a conocer los cuatro diferentes tipos de cenotes.