Las celebración de la Independencia Mexicana es una ocasión estupenda para acercarse a las tradiciones más propias de nuestra nación, aquellas que definen nuestra idiosincrasia y nos distinguen en el panorama global.
Una muestra de esa riqueza cultural la tenemos en los dulces tradicionales mexicanos. Son elementos de la gastronomía mexicana que cuentan con interesantes antecedentes históricos e integran el patrimonio cultural que nuestra nación presenta orgullosamente al mundo.
Los dulces tradicionales mexicanos son alegres, coloridos y han estado presentes en las mesas de las familias mexicanas durante generaciones enteras. No es posible concebir una celebración tradicional mexicana sin los dulces típicos y la conmemoración de la Independencia de México no es la excepción. Buena parte de los dulces artesanales de nuestra tierra están preparados con frutas particulares de las distintas regiones de la República Mexicana.
Muchos de ellos surgieron de la combinación de recetas europeas preparadas con alimentos mexicanos- mezcla propiciada por los evangelizadores en Estados como Michoacán, Puebla y Querétaro- derivando en las originales creaciones que podemos disfrutar actualmente.
No obstante, es preciso mencionar que desde mucho antes de la Independencia de México y la Colonia, en los tiempos del México Precolombino, las culturas indígenas que habitaban este territorio ya preparaban varios de los dulces tradicionales que degustamos aún en nuestros días. Para prepararlos se utilizaban semillas, frutas, especies y miel.
Elementos infaltables en el abanico culinario de los dulces tradicionales mexicanos son: la calabaza, el chilacayote, el coco, el cacao, la tuna, el maíz y el amaranto. Los españoles por su parte, trajeron al territorio nacional alimentos como el huevo, la leche y la caña de azúcar.
De entre los dulces típicos mexicanos que se acostumbran a saborear en las Fiestas Patrias destacan los siguientes: alegrías hechas de amaranto, pepitorias elaboradas con pepita de calabaza, palanquetas hechas con nuez o cacahuate, macarrones de leche azucarada, cocadas, dulces de leche, jamoncillos de pepita, acitrón, tamarindos enchilados dulces y salados, charamuscas estiradas, trompadas, rompemuelas, frutas cubiertas y cristalizadas como la calabaza, chilacayote, higo, piña, naranja, tuna y limones rellenos de coco. También hay que mencionar a las crujientes morelianas, jaleas, obleas, peladillas y cajetas.