Nuestro país cuenta con una gran variedad de atractivos turísticos, como por ejemplo, ciudades coloniales, santuarios ecológicos, cosmopolitas ciudades y playas preciosas.
No obstante, si algo particulariza a México en el mapa turístico mundial, son sus abundantes sitios arqueológicos. Al estar repartidos en prácticamente todo el territorio nacional y manifestar una notable diversidad de culturas, los yacimientos prehispánicos de nuestro país, configuran un mosaico de cosmovisiones y referencias históricas, irresistibles para el turismo.
Pero, además de lo anterior, quienes se acerquen a los yacimientos prehispánicos mexicanos, hallarán las raíces de la mexicanidad actual, pautas valiosas para entender la idiosincrasia de los habitantes del México contemporáneo, e incluso algunas características de las estructuras sociales vigentes en la nación.
Por otro lado, ciertas metrópolis famosas del México Antiguo, como Teotihuacan, Chichen Itzá, Palenque o la gran Tenochtitlan, son ejemplos de eficiente planeación urbana y aprovechamiento del entorno natural. Por ello, sirven como valiosos modelos para las urbanizaciones de nuestro tiempo, a manera de guías, de cómo se pueden constituir grandes núcleos urbanos, procurando la máxima armonización posible con el medio ambiente.
Culturas como la maya, azteca, teotihuacana o zapoteca, se perfilan, para los visitantes de otras latitudes, como espejos en donde comparar y asombrarse de las singularidades de sus propias culturas y sociedades de origen. Los indígenas prehispánicos mexicanos, construyeron verdaderos imperios, formas de vida exóticas y profundas, capaces de revelar dimensiones insospechadas de las comunidades modernas.
Es recomendable también, tras haber explorado los yacimientos prehispánicos más famosos de México, constatar la manera en la que han evolucionado en sus formas de vida y de pensamiento, ciertas etnias, como los huicholes, mixtecos, totziles y lacandones. Muchas de las tradiciones prehispánicas más arraigadas, han perdurado allende el paso de los siglos; otras, en cambio, se han combinado con prácticas sociales o paradigmas más modernos, de tal modo que, los habitantes de estas comunidades indígenas, son ejemplo de adaptabilidad y respeto hacia sus particulares maneras de ser y de existir.
Por lo tanto, desarrollar actividades turísticas en los sitios prehispánicos de México, debería ir más allá de tomarse fotografías en las cimas de las pirámides, o bien, pasar rápidamente de una pieza a otra, en los excelentes museos arqueológicos con los que cuenta nuestro país. Como hemos visto, acercarse a estos tesoros de historia y cultura, se proyecta como una manera de conocer de manera más honda, el ser que nos es propio y el valor que poseen las diferentes perspectivas de la realidad que se pueden tener.